Partido europeo, una noche más, en Nervión. Empieza lo bueno, lo que llevamos disfrutando durante cinco temporadas consecutivas y lo que ya nos parece un clásico.
Si los domingos es el día del partido de liga, las noches europeas intersemanales tienen un sabor especial que nos hace acudir quizá con una sonrisa ligéramente más acentuada que a los encuentros ligueros.
Es la hora perfecta para el bocadillo, para el refresco, para la cerveza previa en los bares cercanos al estadio con los amigos que acaban de salir del trabajo y rodeado de ese ambiente con tus colores rojos y blancos como protagonistas.
La hora del fresco en la grada, de la rebequita, en la que la bufanda sevillista te ayuda a calentarte en los minutos previos al inicio del partido más que a dar color al estadio, y en la que te gusta más pegarte a tu asiento y rodearte del calor de tus vecinos.
Equipos diferentes, unas veces clásicos de Europa y otras veces más exóticos pero a los que llevas siguiendo toda la semana para ver si conoces a alguno de sus jugadores, sus colores, su ciudad, la posición que ocupan en su liga...
Todo esto es lo que hace el fútbol europeo especial, ya sea en la Champions o en la Copa de la UEFA, estos elementos crean un ambiente diferente al resto de los partidos. Si más importante o menos importante, no lo sé, tampoco me importa ahora.
Volver a vivir ese ambientillo europeo es lo único importante en este momento y que gracias a nuestro Sevilla llevamos disfrutando cinco años seguidos y estoy seguro que muchos años más. ¿Notáis ese olor en el ambiente? Es Europa que huele a Sevilla...
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